lunes, 15 de abril de 2019

La estupidez

Un pequeño detalle de la estupidez que creo que reina últimamente en la sociedad (mayormente en las redes sociales) es la necesidad de muchos por destacar del resto señalando que ellos no hacen lo que hace un grupo considerable de gente. Han pervertido la imagen romántica del rebelde sin causa, que hacía lo que le daba la gana porque sí, y llamaba la atención precisamente por eso, y no porque lo fuese anunciando hasta en el BOE.

Según ellos, parece que lo “mainstream” es un pecado que hay que evitar a toda costa. Esto es un poco irónico, porque tan de díscolos que van, parecen una suerte de neopuritanos, diciendo a los demás qué deben o no deben consumir, haciendo gala de su “buen hacer” como si quisieran dar ejemplo del camino a seguir para llegar al cielo de los influencers o algo así e intentando que la gran masa hereje se mire los pies, con expresión acomplejada y arrepentida.

No se dan cuenta, supongo, de la de gente que también es tan especial como ellos y hace exactamente lo mismo: presumir de que no hacen algo. Porque seamos sinceros, la gente que disfruta de algo lo comenta con otros que también lo disfrutan, hay entusiasmo, están alegres, presumen de que han hecho algo que les ha encantado, sea ver el nuevo capítulo de su serie favorita, una nueva película, escuchado un nuevo disco, leído un nuevo libro, jugado un nuevo videojuego… Y disfrutan más aún si cabe empapándose de esa ilusión colectiva, comentando con otra gente que también lo ha disfrutado, debatiendo, riendo, haciéndose ganas los unos a los otros de o próximo. En cambio, estos neorebeldes sin causa presumen de… Bueno, de nada. Perdón, sí presumen de algo, de ego, pero a parte de eso nada más. ¿Cuánta positividad genera eso?¿Cuántas horas de compartir con otra gente opiniones y entusiasmo?¿Cuánta felicidad? No digo que genere tristeza, solo que no genera nada. ¿Realmente es algo de lo que presumir?

El concepto de Grinch se ha extendido más allá del monstruito que odia la navidad. Ahora lo inunda todo. Tiene gracia también que llamen tanto a la diversidad y al mismo tiempo no respeten los gustos ajenos. ¿No te gusta la semana santa? Bueno, a mí tampoco es que me pirre, pero no voy a hacer un club de incomprendidos contigo para llamar la atención sobre ello e intentar aguar la fiesta a los que sí disfrutan. ¿No has visto ni verás Juego de Tronos? Perfecto, también yo tengo cosas que no he hecho ni haré porque me aburren soberanamente, quizá alguna de ellas sea tu pasatiempo favorito, ¿quieres que intente hacerte sentir inferior por ello? Por mí encantado, oye, no me cuesta nada.

Considero que J.K. Rowling (Joanne es un nombre precioso, por cierto, menos mal que ya vamos entendiendo que ni literatura fantástica, de ciencia ficción o incluso videojuegos son feudo exclusivo de los hombres y ellas no tienen por qué usar más iniciales o seudónimos para ocultar que son mujeres), ha hecho muchísimo por la literatura. Ahora vendría el pureta rebelde sin causa a intentar ridiculizar mi opinión y decirme que a los niños se les debería inculcar el hábito de la lectura dándoles de golpes en la cabeza con El Quijote o cualquier otro clásico (no tengo nada en contra del Quijote, ojo, pero quizá la mayoría de niños no puedan disfrutar ni de un renglón de él). Por otro lado y siguiendo en el tema de la literatura, soy de los que considera que los libros siempre o por norma general, son mejores que las adaptaciones cinematográficas o televisivas, pero eso no me da derecho a dar la turra intentando quedar de ser superior con la gente que únicamente ha disfrutado de las adaptaciones. De hecho, como me encantan las historias, acaban gustándome también las películas o las series.

Y hablando de películas, un detalle más personal que si no menciono reviento… Me parece lógico y normal que la historia se tenga que enseñar con material cien por cien verídico y de manos o voz de especialistas en ella. Un documental sobre algún periodo o detalle histórico ha de tomarse en serio y no dar lugar a la especulación ni las fábulas. Una película, en cambio, es arte y luego entretenimiento. Gladiator es historia del cine no un documental sobre la antigua Roma, y si intentáis desacreditarla con el argumento de que es históricamente imprecisa, hacéroslo mirar un poquito. Que guste más o menos a cada persona ya es otro asunto, pero en serio, no queráis quedar de súper inteligentes e historiadores top intentando ridiculizar una película y a la gente que la adora. Si realmente sois historiadores tenéis mejores cosas que hacer, ¿verdad?. Por otro lado, no imagino la cantidad de gente a la que esa misma película le habrá despertado interés por el Imperio Romano y su historia, habrán investigado por su cuenta y habiendo averiguado lo imprecisa que es históricamente, sigan amándola por lo que es y por el mundo que les descubrió.

En el mundillo de los videojuegos se nota muchísimo también a esa gente con ganas de llamar la atención amargando al personal. Entendidos que se creen algo importante por decirte que ese juego que tanto esperas es una bazofia, incluso antes de que nadie haya podido probarlo.

Otro ejemplo, ¿me gusta la música clásica?, pues sí, el Canon de Pachelbel siempre me toca la fibra, La primavera de Vivaldi me alegra el corazón y el Claro de luna de Beethoven me estremece. Venga, lúcete, sácalo, quédate a gusto, dilo.

-Iz qui iziz pizis sin miy cinicidis, ni ti dibi di gistir michi li misis clisici…

Anda, vete a pastar un poco…

Y así con todo. Por favor, aceptadme un consejo, disfrutad de la vida, de todo aquello que os gusta. Si no tenéis nada que os entusiasme buscad, hay de todo, algo acabará divirtiéndoos seguro. Pero dejad de ser unos vinagres con los demás, por favor…

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