martes, 12 de marzo de 2019

Cegados

¿Cuántas veces has hecho o dicho algo en un momento de exaltación emocional?

   Probablemente muchas. Cientos, miles, dependiendo de tu edad y/o de las veces que te dejes llevar por tus emociones. 

   No está mal saborearlas, disfrutarlas, sentirlas en cada poro de tu piel... De hecho es lo mejor de la vida, y eso no admite discusión. Pero... (un personaje de Juego de Tronos, Benjen Stark, dice que nada de lo que se diga antes de la palabra "pero" cuenta realmente. Obviamente esta es la excepción que confirma la regla). Pero hay que aprender a controlar ciertas cosas.

   Que levante la mano quien no haya escupido palabras hirientes a alguien que no lo merecía en ese momento, tan solo porque estaba muy de mal humor y le tocó pagar el pato a la primera persona que pasaba.

   También hacemos esto "para bien". Si habéis tenido relaciones sentimentales probablemente en algún momento de romanticismo extremo os hayan dicho algo como "voy a estar siempre contigo" o alguna frase parecida. O puede que vosotros mismos lo hayáis dicho. No me malinterpretéis, no digo que nos mientan ni que mintamos, simplemente lo sentimos así y lo expresamos. Como un drogadicto cuando dice que quiere otra dosis, o un borracho otra botella. Hasta existe la frase "un borracho siempre dice la verdad" (sería muy discutible, pero en este caso es válida).

   Las emociones, y más las extremas, no son constantes, son volubles, es su naturaleza. Si tomamos decisiones importantes o hacemos promesas basadas en la emoción que experimentamos en ese preciso (y precioso) instante, ¿qué pasará cuando ocurra lo natural y esas emociones cambien, disminuyan en intensidad o desaparezcan? Todos somos únicos, a nadie le dura un estado emocional lo mismo que a otra persona. Y entonces, ¿qué queda después? Alguien que siente culpabilidad y tristeza por no haber cumplido una promesa y alguien destrozado (y puede que sintiendo culpabilidad también) por haberla creído y haber correspondido con otra promesa a su vez, que en contra de su voluntad ya no puede mantener.

   Las palabras son muy poderosas, hay que tener cuidado de no usarlas a la ligera, por muchos arcoiris de colores que veamos en un momento dado debido a lo hasta las cejas de ciertas emociones que vayamos. Las promesas no son como aquellas pegatinas "stick stack, se quitan y se ponen". No podemos hacerlas ni tomarlas en base a emociones únicamente. Y mucho menos en los momentos más extremos, totalmente cegados por ellas.

   Con respecto a esto último, ya expresé mi opinión sobre el amor en la entrada anterior. Hoy amamos mientras recibimos a cambio esas emociones primarias que sentimos en un principio por alguien. Jamás serán las mismas para siempre, y cuando disminuyen de intensidad y cambian, no sabemos qué hacer después. Y todo acaba.

   Intentemos tener más cuidado. Aprendamos a pararnos a pensar un poco en medio de ese vendaval de emociones. Hagamos que nuestra huella en la vida de otra gente supure felicidad y no tristeza.

Espero que la próxima entrada no sea tan "intensita". Pero no puedo prometer nada. ¡Gracias por leer!


   

2 comentarios:

  1. Yo admiro profundamente a la gente que se guía por sus emociones. Las admiro... y las temo
    Como a un maremoto o a un volcán en erupcion. Son un espectáculo de ver... pero así de lejos.

    ResponderEliminar
  2. Es la cruz de mi vida. Sentir y no pensar en nada más. No pensar en nada más y crear mi micromundo con mis leyes. MIS leyes.
    En proceso de rehabilitación y de cura de unas heridas que yo misma me provoco al entrar en la espiral.
    Pero prefiero sentir y no mantener un escudo permanente. Ni andar siempre con cuidado y no ser capaz de dejarse llevar.

    ResponderEliminar